Una reseñita, AQUÍ.
A continuación, dos homenajes para vestir esta entrada:
El primero, incluido en el capítulo décimo de Nela, pocos (o más bien nadie) lo habrá pillado. Se inspira en el cuadro más reconocible de Giacomo Balla, "Dinamismo di un cane al guinzaglio" (Dinamismo de un perro con correa), de 1912.
Tal y como se decía en el Manifiesto técnico de la pintura futurista que Balla suscribe en 1910, “un caballo no tiene cuatro patas, sino veinte”. El leitmotiv de este cuadro no es otro que el interés por fijar el movimiento.
Yo me acerqué a él más que por el movimiento, por la composición, sustituyendo el perro por un bocadillo. La que habla es Sofía, sin duda, su personaje es el polo negativo de la novela. Sofía es dueña de LILI, un Toy Terrier que pese a tener un papel protagonista en este capítulo, no sale en esta viñeta.
Tener una mascota a mediados del S.XIX era un símbolo de poder, un privilegio de los círculos aristocráticos en las capitales europeas. Lili vino de Londres, doscientos duros revolcándose en un barrizal como Socartes.
Imagen dedicada a Hernán Migoya.
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