Alguien irrumpe en tu salón, porta un bate y malas intenciones, para defenderte, sólo tienes el mando de la tele y un ejemplar de Nela (que compró tu novia esta mañana y aún no ha tenido tiempo de leer). Escoges el libro para defenderte, todo sale bien, o al menos mejor que a Jose Luis Moreno. El destino se ha vuelto a reír de ti, pensabas que no podrías vivir sin la tele, pero es un libro lo que acaba de salvar tu vida.
La policía recoge al caco, te recomiendan que pongas un libro en cada habitación (¡menuda ocurrencia!), tendrá que ser de tapa dura. Enciendes la tele, dan una serie del citado productor, el pescadero vuelve a blasfemar, ríes, pero tu ejemplar de Nela ha quedado seriamente dañado, no podrá volver a salvar tu vida.
Una vida, un ejemplar. Ésa es la regla.
Lo bonito de tener amiguetes como Luis M. González de GENCOART,
es que puedes hacer realidad casi todas las ideas que se te ocurrren,
por muy absurdas que sean. Lo que demuestra que el control de la técnica
es un paso hacia la libertad creativa. AMÉN.