Como los lectores de Nela saben, al final del libro añadí un texto titulado "Un prólogo fuera de sitio: cinco notas sobre Galdós, Marianela y su adaptación". No es un epílogo, el tebeo ya tienen uno, es un prólogo que, por contener algunos spoilers, rotó su posición.
La idea de añadir un texto, estaba desde el origen . Y la inspiró (al igual que la portada) la edición de Marianela que utilicé para hacer la adaptación: CÁTEDRA,1984, edición de Joaquín Casalduero. Este libro incluye un extenso texto, más de 40 páginas, que, por costumbre y respeto formal está (mal) situado al principio, destripando el argumento.
Joaquín Casalduero escribe sobre la vida de Galdós y el significado que tuvo en su obra la revolución de 1868. También desgrana la complejidad de Marianela y sugiere las influencias que pudo tener Don Benito al redactar el texto: L'intelligence de Taine y la obra de Auguste Comte. Además de la coincidencia temporal con una serie de artículos sobre los avances en oftalmología (en esa época se amplió mucho el porcentaje de éxito en las operaciones de cataratas).
Redactando un texto para Nela, quise añadir un plus, un extra que contextualizara pero que caminase por una senda aparte. Aporta información (que creo) interesante, pero no indispensable para leer el tebeo, que funciona de manera independiente. No se trata de una "justificación", por tener un supuesto complejo de inferioridad con respecto a otros medios, simplemente, creo que la mezcla ayuda a redondear el libro.
Al lío: Una de las decisiones más radicales que tomé al inicio de la adaptación, fue eliminar la voz del narrador. Diluir a Galdós en la voz de sus personajes, sobre todo en la del médico, Teodoro Golfín, ya que su forma de expresarse es muy parecida. En mi soberbia, creí atisbar por qué este texto no acaba de funcionar como libro-llave a la obra de Galdós, y éste era uno de los elementos clave. Como suele pasar, hacia la mitad del proceso empiezas a dudar: ¿estos cambios afectan al sentido de la novela? ¿y al tono? ¿me estoy pasando de listo?. Justo cuando enfilaba el buque hacia la tormenta perfecta, dí con un artículo que sentí como una palmadita en la espalda.
GALDÓS Y UNAMUNO EN LA MISMA HOGUERA (2007-2008), escrito por Yolanda Arencibia, investigadora que, como muestra su trayectoria, se ha ganado el ser reconocida como punta de lanza galdosiana a nivel global.
El artículo relata el acoso que sufrieron Galdós y Unamuno por parte del obispo de Canarias, Antonio Pildain Zapiain, que (con razón) los acusaba de anticlericales. También muestra la relación que hubo entre los escritores, cercana y admirativa al comienzo, fría y crítica más tarde. El artículo está redactado a partir de una sólida investigación, pero hacia el final toma partido (quizás demasiado) por Galdós. En cualquier caso, la pieza es una joya.
Este texto tuvo un sentido especial para mí, porque estos dos escritores están en lo más alto de mi consideración, en pugna por la primera plaza nacional. De hecho, siempre he pensado que las novelas cortas de Unamuno (Abel Sánchez o San Manuel Bueno, mártir, por citar dos ejemplos), por su estilo más directo, funcionarían mejor que las de Galdós como llave para entrar en la literatura clásica española. Son puras tripas, no hacen concesiones, lo que también las hace inadaptables, al menos como yo concibo la adaptación. Leyendo, por ejemplo, Abel Sánchez (un análisis de la envidia que parte del tema bíblico de Caín y Abel) puedes notar tu propia bilis en la garganta. Te aseguro, querido lector, que si empiezas a leer a Unamuno por aquí (sólo requiere una o dos tardes), será el primero de muchos de sus libros que devores.
Unamuno define el estilo de Galdós como "el espíritu a-trágico", parafraseando partes del artículo que incluye testimonios directos del escritor vasco:
"(...)¡Aquellos inacabables monólogos, llenos de estribillos, muletillas y frases hechas! Se vive, se imagina y se siente hoy muy aprisa para soportar eso. Me parece que hoy Galdós cansa a los lectores españoles".
"(...) Yo creo que quién crea personajes muere con ellos, se entierra con ellos; todo Galdós al soñar con ellos, al crearlos, se hallaba borrado, difuminado en ellos".
Sin estar del todo deacuerdo, ya que en su extensa trayectoria Galdós fue depurando su estilo. En el caso de Marianela, si que aún acusa de los males que menciona Unamuno. Pero, como he dicho, para Nela, este artículo tiene un valor simbólico muy importante. Marcó un punto de inflexión, llegó en un momento clave del proceso, y me aportó la seguridad suficiente como para seguir atravesando esta senda.
Gracias doña Yolanda, gracias don Miguel.
Para amenizar un poco estos post-textuales, iré desvelando algunos de los HOMENAJES que rendí en el tebeo. El primero (y más obvio, si eres lector de cómics), el que le hice al Little King, de Otto Soglow: un genio de la síntesis, la composición y el uso narrativo de los cambios de dirección entre viñetas. Todos las noches le enciendo una velita.